Cuando caminamos cargando un peso extra en el cuerpo, es cansado y hace que nos agotemos más para llegar al destino; en cambio, caminar ligero, sin ningún peso encima es mejor e incluso hace que el recorrido sea más agradable.
Hay cargas que conscientemente las estamos llevando, como ser las penas por el pasado, el orgullo, la amargura, la falta de perdón, la autocompasión y demás. Éstas, más que ayudarnos son de tropieso y pesan, haciendo dificultosa la carrera de la vida.
Por lo tanto, ya que estamos rodeados por una enorme multitud de testigos de la vida de fe, quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante. Hebreos 12:1 (NTV)
El pecado evita que avancemos, nos frena y también todo aquello que conscientemente cargamos. Es importante que podamos identificar lo que es una carga para despojarnos de ella y proseguir ligeramente.
Viaja ligero y sin carga
No es sencillo despojarse de algo que ha estado mucho tiempo en nuestra vida pero sí es posible con la ayuda de Dios.
Su Palabra nos dice y alienta a dejar todo en sus manos:
Luego dijo Jesús: «Vengan a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso. Pónganse mi yugo. Déjenme enseñarles, porque yo soy humilde y tierno de corazón, y encontrarán descanso para el alma. Pues mi yugo es fácil de llevar y la carga que les doy es liviana». Mateo 11:28-30 (NTV)
Permite que el Espíritu Santo te ayude a identificar cualquier cosa que esté siendo de tropiezo y quitarla de tu vida.
Ya no cargues más pesos, sino despójate y viaja ligero, porque Dios te quiere libre de toda peso para que corras y llegues a la meta.
Oración del día:
Medita
¿Qué cargas estás llevando? ¿Vale la pena el cansancio que te genera?
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