¿Quién no ha tenido una noche de esas que las lágrimas no paran y estamos desconsolados por una situación difícil y a veces ni sabemos porqué lloramos? Yo sí y sí aún no la haz tenido un día lo experimentarás porque todos pasamos por un momento de profundo dolor, quizás porque perdiste a un familiar, un gran amigo, te votaron del trabajo, estás lleno de deudas, sientes que a nadie le importas o sencillamente lloras porque las cosas no están saliendo cómo las planteaste.
Son esos momentos de tanta turbación los que nos dan 2 grandes lecciones:
1-Somos Humanos
2-Necesitamos a Dios
La primera nos recuerda que no Tenemos el control de todas las cosas, no puedes evitar que el sol salga, no puedes evitar las opiniones de otro en tú contra; pero nos duelen y la razón es porque somos humanos. Esa humanidad nos hace dependientes de un Dios todopoderoso que tiene cuidado de cada detalle de nuestra vida.
Todo ser humano, necesita a Dios en su vida. Vivir sin Dios es vivir sin identidad, porque fuimos creados a su imagen.
Aún en los momentos de dolor, él, está con nosotros. En ésta vida se vale llorar cuando algo nos duele pero en la presencia de Dios.
El Salmo 6 nos narra la angustia de David, su alma estaba turbada pero él decidió acudir al único que la podía calmar, Dios.
Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo; Sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen. Mi alma también está muy turbada; Y tú, Jehová, ¿hasta cuándo?
Salmos 6:2-3 RVR1960
Podemos orar con el alma turbada y aún así, Dios nos oye.
Jehová ha oído mi ruego; Ha recibido Jehová mi oración.
Salmos 6:9 RVR1960
No se trata de quién ora bonito, sino de orar con sinceridad delante de Dios.
Si hoy estás llorando, ora.
Si hoy te sientes angustiado, ora.
Si hoy estás enfermo, ora.
Si hoy alguien está en tú contra, ora.
Dios te está escuchando.
Bendiciones.
https://www.youtube.com/watch?v=42T0icKODSM
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