Así que hemos dejado de evaluar a otros desde el punto de vista humano. En un tiempo, pensábamos de Cristo solo desde un punto de vista humano. ¡Qué tan diferente lo conocemos ahora! Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado; ¡una nueva vida ha comenzado! – 2 Corintios 5:16-17
Antes de su conversión, si alguien le hubiera dicho al apóstol Pablo que impactaría al mundo para el Señor Jesucristo, probablemente se habría reído. Pero la gracia de Dios puede transformar a cualquiera. Al contrario de lo que muchos piensan, ser cristiano no significa añadir buenas obras a nuestra vida. Por el contrario, recibimos el perdón y una nueva naturaleza solo por la gracia de Dios. Entonces nuestra transformación interna resulta en cambios externos evidentes.
La transformación ocurre en muchas áreas. Por ejemplo, nuestras actitudes cambian —la salvación por la gracia de Dios resulta en humildad y gratitud. De la gratitud por este regalo inmerecido fluye la compasión por los perdidos y el deseo de compartirles el evangelio. Experimentar el perdón de Cristo también resulta en anhelo por servirle al Señor. Esto no tiene que ser en el entorno formal de la iglesia; le servimos al amar a otros, al ayudar a los necesitados y al hablarle a la gente de Él.
Y todo esto es un regalo de Dios, quien nos trajo de vuelta a sí mismo por medio de Cristo. Y Dios nos ha dado la tarea de reconciliar a la gente con él. Pues Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomando más en cuenta el pecado de la gente. Y nos dio a nosotros este maravilloso mensaje de reconciliación. – 2 Corintios 5:18-19
Si bien hay consecuencias naturales por nuestro pecado, Dios nos ofrece perdón y redención por medio del Señor Jesucristo. Él abrió el camino para restaurar nuestra relación con Él. Además, nuestro Padre transforma nuestras vidas para que lleguemos a ser más como su Hijo, y reflejemos su corazón a los demás.
Bendiciones
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