Te hacemos esta pregunta porque, a veces, decimos que confiamos en Dios, pero muy profundamente en nuestra mente y corazón, realmente no estamos seguros. La fe es creer firmemente en lo que no vemos. Necesitamos confiar de verdad en ese Dios amoroso y todo poderoso.
¿Y si Dios no responde?
Es cierto, que muchas veces ponemos toda nuestra fe en algo, y lo pedimos con esa confianza total. Pero si no se da, nos frustramos o nos desanimamos. Y tenemos que estar claros: Dios es inmensamente más inteligente y sabio que cualquiera. Por tanto, sabe lo que mejor nos conviene.
Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar. – Proverbios 3:5-6 (NTV).
Es necesario que confiemos de veras, con toda nuestra fe, nuestra mente, nuestro corazón. Dios es bueno todo el tiempo y siempre debemos esperar lo mejor de parte de Él. No olvides Sus magníficas promesas y cuando sientas dudas, temor, aférrate a ellas y léelas a menudo.
Pues yo sé los planes que tengo para ustedes—dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza. – Jeremías 29:11 (NTV).
Confiar de veras, nos deja ver los cambios
Dios quiere lo mejor para nosotros. Nunca digas que Dios te envió castigo o que Dios te está probando. El que prueba es otro y los castigos pueden ser consecuencias de nuestras acciones, pero no vienen de Dios. Dios es amor y nos ama y nos perdona aún sin merecerlo.
Cuando confiamos totalmente en Dios, vemos cambios en nuestro entorno. Vemos cómo la vida nos presenta más oportunidades de servirle. Nos sentimos prósperos, con propósito y muy útiles para nuestro Amado Dios. Confía en Él plenamente.
Pero benditos son los que confían en el Señor y han hecho que el Señor sea su esperanza y confianza. Son como árboles plantados junto a la ribera de un río con raíces que se hunden en las aguas. A esos árboles no les afecta el calor ni temen los largos meses de sequía. Sus hojas están siempre verdes y nunca dejan de producir fruto. – Jeremías 17:7-8 (NTV)
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