Ezequiel 16:5
5 No hubo ojo que se compadeciese de ti para hacerte algo de esto, teniendo de ti misericordia; sino que fuiste arrojada sobre la faz del campo, con menosprecio de tu vida, en el día que naciste.

Esto me lleva a pensar en adopción, siempre he admirado a las personas que adoptan niños, siempre he creído que vienen con algo especial, un amor más grande, más valiente y más sincero, se atreven a hacer parte de sus vidas a pequeñitos que vienen con discapacidades, heridas, traumas, y una gran falta de amor por aquellos que no quisieron ser parte de esa persona tan hermosa.

Para mi ese amor se llama JESÚS, venimos totalmente separados de Él, nos encuentra, nos acepta con todo y nuestros defectos y nos da a cambio ese amor sin condición, esa adopción, ese cuidado y refugio que tanto queremos, por fin nos encontramos en unos brazos que nos guardarán del frío.

– Ezequiel 16:6
Y yo pasé junto a ti, y te vi sucia en tus sangres, y cuando estabas en tus sangres te dije: !!Vive! Sí, te dije, cuando estabas en tus sangres: !!Vive!

Aquella primera vez pasó a mis 6 años, después de aquellos abusos, todo lo que necesitaba era un amor, un papá, y ahí estaba ÉL, aunque no lo podía ver me estaba cuidando.

Nunca logré ver que había un amor preparado para mí, y así avancé, después de aquellos abusos, continué queriendo llenar ese gran vacío, pasaron los años y seguía sintiéndome sucia como aquella primer vez. Al no lograr entender que valía tomé muy malas decisiones, cayendo en el error de pensar que había nacido para ser un simple objeto. ¿Qué haría? ¡Robaron mí niñez!

No creía que alguien como yo pudiera tener un propósito en la vida, ya no quedaba esperanza de vivir, solo quería morir. Muerte, vaya que la tuve cerca, todo empezó por una muerte emocional, me cerraron todas las puertas que llevaban a la felicidad, llegó la muerte de creer que podría haber un cambio, entré a esa terrible zona de confort, tiempo después llegó la muerte espiritual la más fuerte de todas, jamás creí que Dios me rescataría, cansada, apagada, desorientada, sucia y apartada de su presencia me encontró.

Fue en esa condición que supe que sí había alguien que me amaba, un día llegué a la iglesia, y le dije al Señor si de verdad me amaba me sacara de esa gran cárcel espiritual, y ya saben cómo termina la historia.

Muchas veces no entendemos porque pasamos por momentos difíciles pero el Señor jamás permitirá que pasemos por algo de lo cual no sacará provecho, Él sabe que de esa prueba sacará tu carácter, serás esa prueba viva que si se puede, serás esas ganas de superación para alguien más.

El estancamiento no puede ser parte de tu vida, y tu dolor no puede ser tu alimento diario, supera cada tormenta, tienes el poder de sobrepasar todo lo que se presente, Dios es quien te cuida, quien te hace nueva creatura.

Así como Dios cambió mi historia lo hará en tu vida, y nunca más serás la desechada ni el menospreciado.

Dios quiere escribir nuevas historias, y ver más rostros con propósitos que almas sin un rumbo.

Bendiciones.

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Categories: Testimonios

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